Video de Lia Villares, tomado de Habanemia

"Normal is Good", una nueva línea de ropa femenina. En una galería... de arte. La idea puede conmover nuestro imaginario, ubicada como está al inicio de este párrafo, y lamento quitarle al lector su ilusión: no es así, "Normal is Good", rodeada de otras exposiciones de artistas plásticos, incluso con sus maniquíes y diseños verdaderamente atractivos y originales, a los ojos del espectador que ha entrado a la galería asumiendo el rol de tal, no es más que una obra de arte.

Obra de arte. Ya lo he dicho. Ese objeto de consumo que tiene el añadido de aportar "clase" o prestigio a quien lo busca. Nada más. Clase, prestigio, y tal vez, aunque en verdad no mucho, inteligencia. Después de todo, este no es uno de nuestros principales valores hoy en día. Astucia sí, una inteligencia de nuevo tipo, enfilada más hacia el objetivo de prolongar y mejorar la supervivencia. Es natural, como se dice, nadie está en contra. Sólo que yo agregaría a la salsa otro par de ingredientes antes de servirla.

En el mundo de hoy, arte, política, tecnología y moda se cruzan, y en peor de los casos, ni siquiera eso; transitan como líneas paralelas en una convivencia "políticamente correcta" que evita que alguna pueda estorbar a la otra. Los artistas "comprometidos" no hacen más que traernos cantinelas, nunca asombro. Los museos, la calle, los álgidos problemas sociales, los países del tercer mundo, las aberraciones totalitarias. Poco o nada se hace con desplazar el escenario hacia las márgenes, todo esto es "más de los mismo", y el propio hecho de señalarlo como "excepción" nos lleva a una normalización de estas prácticas, puesto que sí, eso tan desagradable que sucede, tan fácilmente estigmatizable, es "el enemigo localizado", algo que termina siendo o se lee desde el negativo del positivo. ¡Es tan bueno tener las cosas claras! La gente aplaude muy seria y sale contenta de las galerías, los museos, las páginas webs dedicadas al arte. Luego se van a sus casas y duermen tranquilos. El horror está marcado en un mapa, tiene nombre; se puede analizar, manosear, poner en cuarentena. Todo lo que es demasiado nombrado a la larga es una verdad corrupta, cuyo estereotipo ha ocultado las mil caras del fenómeno.


Arte vs Arte




Alguien diría que es hora de que política y arte no se confundan, de que ambas vayan cada una por su cuenta, cada cual a lo suyo. Si la sociedad entre ambas es una negociación para permitir una convivencia pacífica, pues adelante, que así sea.

Pero no hay que engañarse, las alianzas no son tan limpias como parece, el poder creciente de "la clase creativa" (Richard Florida, The rise of creative class: and how it’s transforming work, leisure, community and every day life, Nueva York, Basic Books Inc, 2004) va de la mano -en casamiento oficial y con ánimos de formar familia...- de digamos, la conducta "apropiada". Pinchar, pero no pasarse, desempeñar su "papel crítico" pero sin quemarse las pestañas en el esfuerzo. Nadie debe salir herido, especialmente, nadie que no pueda ser llamado "nadie"... Aunque probablemente el arte de hoy no es el arte de las pancartas y los altavoces, también estemos claros de que no es el arte que anda levantando las narices para cuidarse de no meterlas por accidente en asuntos que puedan arruinar ciertas sociedades. El juego del "no creemos en los grandes cambios; podemos gritar por lo bajo y la conmoción de un entorno discreto es ya el logro que buscamos" creo está perdiendo su efectividad, o quizá, cambiando el punto de mira, dicha práctica se está tornando precisamente demasiado efectiva. La clase de los artistas engorda. Y la clase de artistas con que contamos, bueno, para qué hablar, son tan inteligentes que da lástima pensar en lo poco intuitivos que resultan. Las oportunidades hoy en día, tal como están las cosas, de poner el dedo en la llaga, son pocas, y muchas las de seguir haciendo "el buen arte". Pero incluso para poner el dedo en la llaga hace falta un sexto sentido. Se habla de la sutileza de la alianza entre el poder y el arte. Mi opinión es que el mejor arte de nuestros días, el arte que en verdad confunde, formula preguntas difíciles, o nos brinda momentos de pasajera lucidez que son luego completamente intraducibles, es el arte que hace uso de esa inestimable herramienta de lo sutil, tan fundamental en nuestros días. Fíjese que no estoy hablando del doble sentido, o del enmascaramiento de intenciones definidas, sino de lo sutil que es tal para el propio artista, lo sutil como ese tránsito preciado entre el "qué" o el "sé" y el "no sé qué pero ahí está... y ahí... y ahí...". No creemos en los grandes cambios, que eso ya es ponerse demasiado graves, y cuando uno se pone grave, probablemente la emprende con alguien o algo en específico. No creemos en los grandes cambios, y tal vez ni en los cambios. Creemos en el arte; porque creer en él no debería ser algo demasiado estilizado o "genial" o al menos no más que lo que implica creer en nosotros mismos. Algo cuya naturaleza desconocemos pero que persiste, lucha, se actualiza, se niega a morir.

"Normal is Good" fue un pretexto para poner estas ideas sobre el tapete, pero es un pretexto porque roza esa zona de lo sutil de la que hablaba. Desde el nombre, otras percepciones en el tratamiento de la noción de lo femenino (como la anulación de la cartera agregando numerosos y profundos bolsillos a vestidos, blusas, pantalones y monos de vestir), la selección de modelos con un prototipo similar al de la artista, estandarizando y generando a un tiempo una política de minoría; pero digámoslo de otro modo, polarizando la noción de minoría... esta y otras maneras "sutiles" hacen que la muestra casi llegue a conformar un gesto, algún movimiento). Sin embargo, tal y como dije al inicio, entre tantas obras de arte los maniquíes y sus ropajes extravagantes no llegan a resaltar del conjunto. Pasan por "arte" y por "obra de artista". Una etiqueta que paraliza, que mata cualquier actividad en la cultura más que las marcas en la ropa. Y por si no lo he dicho claramente arriba, el arte contemporáneo debe luchar antes que nada contra "el arte", entendido el entrecomillado como lenguaje de ir de compras (arte/ropa) o lenguaje de catálogo. "Nornal is Good", es por ahora lenguaje de catálogo. Pero esperemos a ver qué sucede. Tal vez otra curaduría, otro sitio, otra iniciativa... Es una artista joven y no merece del todo mis anteriores argumentos. No deja de ser una opción recomendable esta muestra de Yali Romagoza para quien pueda llegarse a la Habana Vieja, Centro de Desarrollo de las Artes Visuales, calle San Ignacio número 352.


Enlaces relacionados (fuera de este weblog):


Fotos y dibujos de esta muestra en el blog Habanemia


Una referencia anterrior de esta muestra en la X Bienal de La Habana



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